En Adefarma tenemos un claro compromiso con la información de calidad que aporta valor en relación a nuestro sector y sectores afines. En esa línea, hemos elaborado este artículo a partir de las interesantes reflexiones que Juan Abarca Cidón, médico, abogado y secretario general del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) ha expresado en el Diario El Mundo, donde aboga por encontrar un equilibrio en la sanidad entre lo público y privado.
En primer lugar, Abarca Cidón expone el peligro que entraña el progresivo proceso de privatización de la sanidad.
“En un entorno social y político en el que existe un planteamiento sanitario que pretende dar una cobertura universal a toda la población, el imparable proceso de privatización del sistema sanitario que se está produciendo no nos va a llevar a otra cosa más que al derrumbe definitivo del sistema público y al colapso del sistema privado debido a una más que previsible masificación del mismo, perdiendo ambos su sentido”.
Después, ilustra esa tendencia con datos: “según los últimos datos del sector, durante los años de recesión económica se ha producido un aumento del gasto sanitario privado superior al 7%, frente a una desinversión en gasto sanitario público mayor del 10%”.
Después, incide en las claves de esa progresiva privatización.
“El incremento en la financiación privada del sector sí que es privatización sanitaria y no la asistencia que se da a los funcionarios que, en más del 80%, eligen anualmente y de forma voluntaria el sector privado (esto merecería una profunda reflexión por parte de los administradores públicos).
Los procesos de externalización de la gestión de la sanidad pública pueden no coincidir con determinados planteamientos ideológicos pero obedecen sólo a intentos de generar empresa y hacer más eficiente la inoperante gestión pública aplicando criterios más flexibles y operativos que los que se rigen por el derecho administrativo y que se han visto paralizados exclusivamente por mantener las condiciones de unos pocos. Nadie se puede creer que la externalización de la gestión o la privatización total del sistema pueda tener consecuencias negativas en la calidad por motivos económicos porque es como pensar que las empresas de coches, por ahorrar, no inviertan en seguridad”.
Y terminando expresando sus ideas acerca de cómo pueden convivir el modelo público y el privado: “un sistema que debe afrontar una atención basada en criterios de equidad para todos en todos los lugares, porque hay procesos en los que es necesario contar con toda la población para tener el número suficiente de casos de estudio. En cambio, el sistema sanitario privado -sin descuidar lo más mínimo la calidad- debe ofrecer una atención más personalizada de la que puede otorgar un sistema que tiene como fin salvaguardar el bienestar de la colectividad”.