Fernando Redondo Montoro, presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), define al farmacéutico como “el técnico del medicamento: por lo que conoce perfectamente su proceso de fabricación, la biodisponibilidad, la estabilidad, la conservación, el mecanismo de acción, las incompatibilidades con alimentos u otros medicamentos y los efectos secundarios”. En este artículo reflexionamos sobre las claves que definen el día a día de las oficinas de farmacia.
El farmacéutico es una figura de referencia para que los ciudadanos recuerden o profundicen en las claves del tratamiento o los medicamentos que les ha prescrito el médico. Como explican en el Diario El País, su papel resulta fundamental para “aquellas personas a las que se les ha olvidado tomar la pastilla o que no recuerdan qué pauta le ha dicho el médico que debe seguir con el tratamiento o que quieren saber por qué no puede comer espinacas si toma anticoagulantes”. Ante esas situaciones, el farmacéutico siempre le sacará de dudas.
El testimonio de Beatriz Fernández Fernández, farmacéutica en Puebla de Lillo (León), ilustra de una manera muy ilustrativa como las competencias pueden llegar incluso hasta el ámbito privado: “Además de explicar qué es cada medicamento y cómo se debe tomar, también podemos ofrecer consejos sobre hábitos de vida saludable y sabemos escuchar problemas cotidianos. De hecho, estamos obligados a guardar el secreto profesional”, aclara.
También merece la reflexión consignar algunos de los aspectos más relevantes de la profesión, que condensamos a partir del reportaje que a ese respecto ha elaborado El Diario El País.
1. El precio del fármaco lo fija el Gobierno
La responsabilidad de fijar el precio de los fármacos no corresponde al farmacéutico, sino el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Fernando Redondo lo explica con claridad: “El laboratorio que produce el medicamento presenta ante el Ministerio de Sanidad un informe con las características y el precio del fármaco. Tras evaluarlo, es la Agencia del Medicamento la que decide si se pone o no a la venta y si es objeto de financiación pública o no”.
Si el Gobierno da su aprobación, el medicamento le sale más económico al paciente siempre que se lo recete su médico. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) cuenta con una aplicación para dispositivos móviles que acerca la información de los medicamentos a profesionales y ciudadanos.
2. Los genéricos no siempre son más baratos
Una vez que la marca pierde la patente sobre un medicamento, cualquier laboratorio puede fabricarlo y el precio se reduce porque ya no tiene que amortizar los costes de investigación y desarrollo. Dicho de otra manera: pasa a convertirse en un genérico.
Sin embargo, en España ocurre algo curioso: el sistema de precios de referencia está consiguiendo que muchas marcas reduzcan su precio y se coloquen al mismo nivel que los genéricos. Una tendencia desconocida según la ciudadanía, ya que según el estudio Percepción de los medicamentos de marca frente a los genéricos, realizado por Kantarhealth, un 85% de la población general cree que los genéricos suponen un gran ahorro.
“Cuando empezaron sí eran más baratos, pero con el actual sistema de referencia, cada principio activo tiene un precio marcado por el Ministerio de Sanidad, de manera que si el medicamento se sitúa por encima, deja de estar financiado. Por eso las marcas, para poder seguir estando financiadas, bajan el precio”, explica Pilar García Ruiz, farmacéutica en Navarra.
Entonces, a igualdad de precio, ¿se puede elegir? Depende de la comunidad autónoma donde se resida: “Hay algunas que permiten dar el medicamento de marca si lo pide el paciente; otras, como Castilla-León, obligan a dar el genérico; y en otras, como Andalucía, se obliga a dispensar un genérico de un laboratorio concreto”, ejemplifica el presidente de FEFE.
3. Las recetas contienen palabras clave
La receta que le proporciona el médico incluye abreviaturas que son indicaciones para el farmacéutico. Por ejemplo, “SP” (según pauta), significa que el médico ya le ha explicado al paciente la dosificación que debe tomar. “Pero aun así comprobamos que el paciente lo ha entendido”, dice Fernando Redondo. Otra anotación, “HSA” (hágase según arte), que se utiliza en las recetas de fórmulas magistrales e indica al farmacéutico que la elabore con los principios activos y la dosis que recomienda el médico, dejando libertad según su arte. Y la más habitual, cifras del tipo “1–0–1″ (tomar una pastilla en desayuno, ninguna en la comida y una en la cena), que hace referencia a la posología (no es la fecha ni cualquier otra combinación del azar).
4. La receta electrónica no sirve en los viajes
La receta electrónica resulta muy cómoda para quien sigue un tratamiento fijo o necesita con frecuencia un fármaco concreto. Para activarla, es necesario acudir al médico de cabecera: introduce en el sistema informático la dosis y el tiempo de tratamiento que necesita el paciente y lo envía a un servidor al que acceden las farmacias.
5. Si se sigue un tratamiento, conviene reponerlo antes de que se acabe
Reponer el pastillero no es una cuestión trivial, sobre todo para los pacientes crónicos. “No se debe esperar a que se acabe el tratamiento para reponerlo, porque pueden surgir problemas de desabastecimiento en la farmacia –aunque no es frecuente. Lo recomendable es que lo repongan con unos días de antelación”, aconseja Fernando Redondo. Beatriz Fernández también insiste en que este aspecto es más importante en la farmacia rural porque se encuentra menos abastecida que la de la ciudad. “Recomiendo que llamen unos días antes a la farmacia para encargar el tratamiento. No se necesita la receta para pedir el fármaco a la central”, dice.
6. Por las tardes se está mejor
El momento más propicio para acudir a la farmacia es por la tarde. “Las consultas del médico suelen ser por la mañana, de manera que los pacientes salen del ambulatorio y se pasan por la farmacia a recoger las medicinas. Si quieren consultar algo con el farmacéutico estamos más libres y es más discreto por la tarde”, explica Beatriz Fernández. En ese sentido, es interesante que las farmacias comienzan a instalar “zonas de atención farmacéutica”; se trata de áreas privadas donde el paciente puede realizar su consulta al farmacéutico con mayor privacidad.
Los expertos consultados por El País resaltan también el papel de fidelización que el farmacéutico ejerce muchas veces con sus pacientes: “Si el farmacéutico conoce al paciente, sus problemas de salud y los fármacos que habitualmente consume, puede detectar cualquier incidencia, por ejemplo, si el médico le cambia algún medicamento, solemos preguntar para asegurarnos de que lo está tomando bien y descartar la ingesta duplicada de fármacos”, explica Fernando Redondo.
Asimismo, el presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE) alerta de los riesgos que conlleva adquirir fármacos a través de Internet: “No están controlados por las autoridades sanitarias y pueden encontrarse con falsificaciones que ponen en peligro su salud”.
Fuente de contenido: el Diario El País
Fuente de foto: redmadrecyl.es
Fuente de foto: trabajocanada.org