El Global. Ni la vacuna de la gripe, como hacen sus compañeros portugueses, escoceses, estadounidenses o canadienses (y 280 ejemplos más) ni mucho menos la de la encefalitis japonesa, como lo hacen sus homólogos de Reino Unido. Los farmacéuticos españoles no pueden administrar vacunas, algo que parece ilógico si se conocen las experiencias internacionales existentes. ¿La consecuencia? Los países suben sus índices de vacunación, en especial grupos de riesgo.
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